Por Josselyn Maya
El trastorno límite de la personalidad (TLP) es un tipo de trastorno de la personalidad que presenta como características comunes la inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, acompañadas de una gran impulsividad. Este trastorno se puede diagnosticar utilizando el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, DSM 5, este trastorno se localiza en los trastornos de la personalidad del grupo B. El primer autor que se desarrollara es Otto Kernberg ya que, desarrollo, desde el punto de vista dinámico, la conceptualización del síndrome que denominó organización límite de la personalidad (OLP), caracterizado por tres elementos: la difusión de identidad, el predominio de mecanismos de defensa primitivos y una prueba de realidad conservada aunque con ciertos aspectos finos reducidos, en particular, en situaciones de estrés. Los dos primeros aspectos distinguen este tipo de organización de la estructura neurótica de la personalidad y la prueba de realidad conservada la diferencia de la organización de tipo psicótico. La teoría de las relaciones objetales, dice que hay 3 tipos de personalidades, estas a su vez tienen tres criterios diferenciales.
Se define trastorno de la personalidad al conjunto de rasgos, y características definitivas de la actitud y la conducta, de un individuo y que por obra de una permanente interrelación de factores biopsicosociales, determinan una relación distorsionada de tal individuo, con la realidad social e interpersonal, en la que el actúa.
La historia del término se remonta hasta el año 1884. En aquel momento, el psiquiatra británico C H. Hughes hablaba de un "campo fronterizo" en las enfermedades psicológicas. Este término se popularizó en un breve plazo como "borderline". En aquel momento describía a pacientes con diferentes cuadros sintomáticos, que no podían ser asignados con seguridad dentro de las tablas de neurosis ni en el espectro psicótico. Fue ya en el año 1938 cuando se utilizó por primera vez el término "borderline" por Adolf Stern dentro del mundo profesional para describir un grupo de pacientes externos que no obtenían provecho del psicoanálisis clásico y que no encajaban en las categorías estándar de "neurótico" o "psicótico". La psicopatología en este tiempo estaba conceptualizada como un continuo: "normal" - "neurótico" - "psicótico". Durante algunos años el término fue usado de forma coloquial por los psicoanalistas para describir pacientes que, aun teniendo serios problemas de funcionamiento, no entraban dentro de las categorías diagnósticas y eran difíciles de tratar con los métodos analíticos convencionales.
Dentro del modelo psicoanalítico, Kernberg (1975) en el marco de la teoría conocida como "relaciones objetales" tuvo mucha importancia en el camino hacia la conceptualización al principio señalada. Como resultado de sus estudios, se fue hablando cada vez más de una "estructura de personalidad borderline" como algo estable y diferenciable, tanto de la neurosis (por la especial combinación y fluctuación de síntomas) como de la psicosis (episodios menos intensos y más cortos ligados a factores estresantes, mantenimiento del contacto con la realidad), estructura que, por tanto, iba adquiriendo identidad propia. En tanto, El TLP aún no aparecía en el DSM-II. En un célebre trabajo de Gunderson y Singer se establecieron finalmente cuatro criterios diagnósticos operativos que luego fueron el núcleo de lo que se estableció en 1980 en el DSM-III y en 1994 aparece en la clasificación CIE como trastorno de personalidad inestable.
DSM 5
Criterios Diagnóstico:
Patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos y que se manifiesta por cinco (o más) de los siguientes síntomas:
Psicoanálisis:
Kernberg propuso una clasificación basada en criterios psico estructurales, colocando en el grado más alto la organización neurótica de la personalidad (personalidades histérica, obsesivo-compulsiva y depresivo-masoquista), un grado intermedio (personalidades narcisistas de mejor funcionamiento, algunas personalidades infantiles y pasivo-agresivas) y un grado inferior u organización límite de la personalidad. Lo denomina organización fronteriza de la personalidad para diferenciarlo de estados fluctuantes o transitorios que oscilan entre la neurosis y la psicosis. Se trataría, por lo tanto, de una organización patológica de la personalidad específica y estable.
Los pacientes desarrollan en momentos de tensión emocional intensa, estados similares a los de psicosis y en el vínculo transferencial se pierde la distinción de límites entre analizado y analista. El estudio de este trastorno puede ser realizado en tres niveles diferentes: uno descriptivo de las características clínicas del trastorno, el segundo en forma estructural que tome en cuenta el estado del yo y el tipo de mecanismos de defensa predominante y por último un nivel genético dinámico que sitúa esta patología dentro de su contexto evolutivo.
Por lo que el trastorno límite de la personalidad se caracteriza por la presencia de dos o más de los siguientes síntomas:
Oficial:
Las causas del TLP son complejas e indefinidas, y actualmente no se dispone de ningún modelo que haya podido integrar toda la evidencia disponible.
La etiología: vulnerabilidad genética; alteración de los neurotransmisores y disfunción neurobiológica de la regulación emocional y el estrés; factores psicosociales; y desorganización de aspectos del sistema conductual afiliativo, concretamente, del proceso de apego. Dichos apartados se recogen a continuación de forma resumida. El conocimiento del que disponemos hoy en día en relación a los determinantes etiológicos del TLP es polémico ya que no existen datos suficientes que avalen la contribución de cada uno de ellos en la aparición del trastorno.
Vulnerabilidad Genética:
Estudios en gemelos sugieren que el factor de heredabilidad del TLP es de 0,69, es decir, que la influencia genética en el TLP es del 69%. Aún así es probable que los rasgos asociados a la agresión impulsiva y a la desregulación del estado de ánimo, y no tanto el propio trastorno límite de la personalidad, sean hereditarios. La evidencia actual sugiere que la influencia genética en los trastornos de la personalidad en general, no concretamente en el TLP, actúa a nivel tanto individual como en asociación a factores ambientales anómalos.
Factores Psicosociales:
En estudios de familias se han identificado varios factores que pueden ser importantes en la aparición del TLP como, por ejemplo, la presencia de antecedentes de trastornos del estado de ánimo y abuso de sustancias en otros familiares. La evidencia reciente también sugiere que la negligencia así como, la falta de implicación emocional, por parte de los cuidadores, tienen repercusiones y pueden contribuir a las dificultades de socialización del niño y, tal vez, al riesgo de suicidio. En un mismo contexto familiar pueden producirse abusos físicos, sexuales y emocionales de forma concurrente. La incidencia de estos malos tratos es muy alta en las personas con este trastorno
Psicoanálisis:
Hipótesis Etiopatogénica:
La mente humana se estructura a partir de la internalización, de los objetos importantes en la vida del bebé. Junto con la imago del objeto se introyecta el estado afectivo que caracterizó al vínculo. El bebé disocia los impulsos agresivos y libidinales, y los objetos externos se perciben como parciales, por lo que estas internalización mantienen un “estado yoico” por lo que la mente humana mantiene diversos “estados yoicos”, en estos se puede identificar un objeto, un tipo de vínculo y afecto predominante (Bleichmar, 2011).
Durante el desarrollo estos estado yoicos van logrando una integración. Los pacientes fronterizos a través de su conducta y de sus fantasías, hacen que la disociación primitiva este aún vigente en su mente, esto se debe a, Kernberg sigue las ideas de Klein sobre el sadismo oral y la pareja combinada de los padres, es posible que la historia de los pacientes con este trastorno tenga experiencias de frustración extrema e intensa agresión (secundaria o primaria) en los primeros años de la vida. Esto debido a que la excesiva agresión, sobre todo la oral, se proyecta y esto provoca una distorsión paranoide de las tempranas imágenes parentales, en especial las de la madre. Las agresiones pueden ser, sádico orales y sádico anales, por esto la madre es vista como potencialmente peligrosa y el odio que se tiene hacia esta, se hace extensivo de forma que ambos padres son vistos como un “grupo unido” por lo que tienden a producir en ambos sexos una imagen peligrosa combinada de padre y madre, como resultado de la cual todas las relaciones sexuales son vistas después como peligrosas e infiltradas de agresión. Es decir, la intensa agresión oral de estos pacientes condiciona una percepción distorsionada de las imágenes parentales. Los padres son sentidos como peligrosos y vengativos y la salida posible es una “huida” hacia la genitalidad. Las representaciones intrapsíquicas de los padres están cargadas de odio y temor, por lo que deben mantenerse de forma disociada. Aquí es donde se originan los mecanismos de escisión, los objetos totalmente buenos y los totalmente malos, son proyectados construyéndose así representaciones persecutorias e idealizadas. Estos procesos explican la incapacidad de estos pacientes para establecer vínculos realistas y empáticos con los demás. Esto permite comprender la manifestación, en ocasiones distorsionada, de los impulsos genitales y pregenitales, pues están generalmente infiltrados de agresión (Bleichmar, 2011).
Para el proceso terapéutico hay que hacer una elaboración sistemática de la transferencia negativa manifiesta y latente, sin intentar la total reconstrucción genética de sus motivaciones, seguida de la desviación de la transferencia negativa manifiesta fuera de la intervención terapéutica, mediante el sistemático examen de aquella en las relaciones del paciente con los demás (Bleichmar, 2011).
De aquí tenemos dos puntos cruciales la interpretación de la transferencia negativa y la no utilización de las construcciones genéticas, si se recuerda la descripción del tipo de vínculo que este tipo de paciente suele establecer estas indicaciones resultarán fáciles de comprender ya que este paciente vive la relación con su terapeuta como si se tratara, literalmente de la que no tuvo con algunos de sus objetos primitivos.
Con el análisis de la transferencia negativa se busca proteger el tratamiento ya que si el analista no logra discutir con el paciente estos impulsos agresivos, las intensas proyecciones tarde o temprano conducirán abandonar al analista, ya que éste se transformó en una imagen terrorífica. En algunos casos se puede notar que el paciente se siente gratificado con expresión de sus impulsos agresivos lo que constituye otro argumento adicional a la necesidad de interpretación de la transferencia negativa (Bleichmar, 2011).
También conviene señalar que interpretar las maniobras defensivas primitivas como son: la escisión, idealización primitiva, identificación proyectiva etc, ya que esta actitud ayuda al paciente a integrar sus objetos internos y permitir la construcción de un objeto total (Bleichmar, 2011).
La situación terapéutica deberá estructurarse de manera tal que se controlen las actuaciones del paciente esto se logra poniendo límites a la agresión, en el preciso momento en que se comienza la terapia se le advertirá que no se le permitirá ningún tipo de agresión física contra el terapeuta o contra los adjetivos del consultorio y que deberá hacer lo posible por controlar sus impulsos y expresar sus sentimientos de manera verbal, incluso se puede plantear la posibilidad de hospitalización en caso de que el paciente tenga dificultades para cumplir con estas indicaciones. La hospitalización también puede estar indicada cuando la capacidad actual del paciente pueda poner en peligro su vida o lo lleve a cometer actos penados por la ley (Hartmann, 1964).
Ya que el objetivo principal es la integración de los estados yoicos, disociados y el método elegido es la interpretación sistemática de las defensas primitivas que mantienen la disociación, el terapeuta deberá hacer un abordaje selectivo de aquellos aspectos de la transferencia y de la vida del paciente en los que se ponen de manifiesto sus defensas patológicas.
La transferencia positiva será utilizada para permitir el avance del tratamiento, está solo seré interpretada, cuando su sustrato este dado por defensas primitivas, como sería el caso de la idealización (Kernberg, 1975).
Establecimiento y encuadre:
Al inicio de tratamiento se deberá pactarse con el paciente ciertas reglas básicas que deben estar establecidas ya que facilitarán la labor interpretativa y sentarán las bases para decidir una posible hospitalización en caso de que se produzca una descomposición psicótica, Kernberg sugiere que convenir con el paciente que este no deberá gritar en las sesiones Sino que éste deberá intentar verbalizar lo que piensa. Es decir el paciente se comprometerá a verbalizar sus impulsos tanto dentro como fuera de la sesión en lugar de actuarlos y en caso de no poder lograr este control se aceptará el hospitalización (Kernberg, 1975).
Las fases iniciales de tratamiento de estos pacientes pueden ofrecer algunas dificultades algunas son:
Meza (2007) sugiere las siguientes indicaciones al momento de evaluar y tratar a pacientes clasificados en trastorno límite de la personalidad:
A pesar de que en algunos casos de trastorno límite de la personalidad existe un claro componente genético que determina alteraciones neuronales de procesamiento de información principalmente de tipo emocional y de control de los impulsos, en la mayoría de las ocasiones esta afección se produce debido a una influencia ambiental, sobre todo de la familia, ya sea porque ésta presenta características desestructuradas o porque se han producido abusos que marcan a la persona y la hacen madurar de forma inadecuada; es por ello que para prevenir la aparición del trastorno límite de la personalidad es importante:
Mujer de 21 años de edad, soltera y de clase económica media. Llega a consulta por problemas con el alcohol, conflictos severos con su madre e identidad sexual. A. reportó que de niña fue maltratada por su madre y que la dejaba sola en casa por mucho tiempo. A los 15 años se fue a vivir con su padre el cual era alcohólico e incapaz de cuidarla en forma adecuada. Presentó trastorno por déficit de atención en la infancia y nunca fue tratada. Era una joven que había dejado incompletos sus estudios de teatro y no trabajaba. En el momento de la evaluación inicial hacía grandes esfuerzos para evitar el abandono de una novia a quien seguía constantemente, le hablaba insistentemente por teléfono y la esperaba afuera de su trabajo. Sus relaciones interpersonales eran intensas e inestables tanto con sus padres como con las personas que le rodeaban. Tenía confusión importante sobre su identidad sexual, no sabía si era bisexualidad u homosexualidad, dudas en su elección de carrera y vocación.
Presentaba impulsividad al ingerir alcohol, robaba dinero a su madre y gastaba en exceso. Tuvo tres intentos suicidas y mostraba cambios frecuentes y fuera de contexto en el estado de ánimo. A. experimentaba sentimientos crónicos de vacío desde pequeña e ira intensa e inapropiada con conductas destructivas hacia su madre, ya que peleaban constantemente. Al momento de ser re-evaluada a un años de haber concluido un tratamiento de dos años, A. no presentaba más conductas autodestructivas. Refirió una mejoría en sus relaciones interpersonales y comentó que a pesar de que sus sentimientos seguía cambiando de un momento a otro, tenía relaciones más estables con sus amigos. Mencionó que ya no idealizaba o devaluaba a los demás. Con respecto a la alteración de la identidad, presentó una mejoría significativa, ya que tenía clara su identidad homosexual. Dejó de realizar intentos o amenazas suicidas.
Bibliografía
Asociación Psiquiátrica Americana (2013). "Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales" (5a Edición). Arlington, Editorial: American Psychiatric Publishing.
Bleichmar, M. N. & de Bleichmar Leiberman, C. (2011). "El Psicoanálisis de después de Freud". México, D.F.: Paidós Mexicana.
López, M. E., Carbia, L., & Quintana, M. (2007). "Reporte de Seguimiento de trastorno en mujeres con Trastorno Límite de la Personalidad tratadas con Psicoterapia Focalizada en la Transferencia". Revista Electrónica de Psicología Iztacala, Vol. 10 No. 3, 138.
Rodriguez, O. (2013). "Cipra Psicoterapia Evolutiva Constructivista. Psicoterapia Evolutiva constructivista: revisión de un caso de trastorno límite de la personalidad. Recuperado de internet abril 29, 2016: https://www.trastornolimite.com/images/stories/pdf/CasoClinico-TLP01-RodrigoDiazOlguin.pdf
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