Por: Josselyn Maya
Es un tipo de trastorno, dentro de los trastornos de personalidad, que tiene como característica esencial, patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o al principio de la adolescencia (Trastornos disruptivos del control de impulsos y de la conducta), recordemos que antes de la edad adulta no se puede diagnosticar, trastornos de personalidad, por lo que para hacer este diagnóstico, el sujeto deberá tener al menos 18 años.
Este trastorno, también es conocido como psicopatía, sociopatía o trastorno disocial, ya que el engaño y la manipulación son características centrales de este.
Se define trastorno de la personalidad al conjunto de rasgos, y características definitivas de la actitud y la conducta, de un individuo y que por obra de una permanente interrelación de factores biopsicosociales, determinan una relación distorsionada de tal individuo, con la realidad social e interpersonal, en la que el actúa. (Como lo definimos en el articulo TLP)
Aquellas personalidades que sufren por su anormalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad (Schneider, 1980).
Este trastorno tiene su historia desde el primer psiquiatra llamado Phillippe Pinel, que el decía que no se debían desarrollar más teorías , sobre las enfermedades mentales, sino estudiarlas, él introdujo el término de “locura moral”, hizo una obra titulada de la misma forma, clasificó las enfermedades mentales en cuatro tipos: manía, melancolía, idiotez y demencia, explicando su origen por la herencia y las influencias ambientales. Con la obra de Pinel y sus seguidores, la psiquiatría sustituyó la especulación por la observación empírica. En 1881 Koch se refiere a la psicopatía como inferioridades psicopáticas acuñando por primera vez el término psicopatía. Distingue dos formas: la que hace sufrir a la persona misma que la padece y el que hace sufrir a los demás.
En 1914 el término psicopatía significa literalmente patología psicológica y significado se mantuvo durante las tres primeras décadas del 20 siglo XX ya que la psiquiatría americana lo veía como un deterioro social o antisocial en esta época, Birnbaum sugirió que denominaran este trastorno como sociopatía, porque decía que no a todos los delincuentes se les podía encasillar ya que no presentaban rasgos inmorales, sino que su conducta podría ser atribuible más dificultades de adaptación y de adquisición de normas comportamentales.
Fue hasta 1896 que Kraepelin que fue el primero en ver la psicopatía como un trastorno de la personalidad, lo describió como déficit de los afectos o de la voluntad y lo dividió en diferentes grupos, uno de los cuales comprendía la personalidad antisocial. En 1923 Kurt Schneider decía que, se manifestaba como un estilo de vida desalmado, como “aquel que por su anormalidad sufre o hace sufrir a los demás”, en este tiempo, Kurt dijo que había 10 subtipos de personalidades psicopáticas: hipertímicos, deprimidos, miedosos, fanáticos, vanidosos, lábiles, explosivos, fríos, abúlicos y asténicos. Fue hasta 1941 que Hervey Cleckley hizo resurgir este término, en su libro de “La Máscara de la Cordura” (The Mask of Sanity) donde realiza una descripción fenomenológica interna y externa de la personalidad psicopática. Cleckley decía que los psicópatas poseen una conciencia intelectual desarrollada, pero la conciencia moral, está disminuida, pueden imitar actos morales, pero las emociones que lo acompañan no existen, Cleckley hizo una diferenciación entre psicópatas y criminales.
Las características clínicas del psicópata, según Cleckley (1988) son: encanto superficial y buena inteligencia, ausencia de delirios u otros signos de pensamiento irracional, ausencia de nerviosismo o manifestaciones psiconeuróticas, poco fiable, falsedad o falta de sinceridad, falta de remordimiento o vergüenza, conducta antisocial sin un motivo que la justifique, juicio deficiente y dificultad para aprender de la experiencia, egocentrismo patológico e incapacidad para amar, pobreza generalizada en las principales relaciones afectivas, pérdida específica de intuición, insensibilidad en las relaciones interpersonales generales, conducta extravagante y desagradable bajo los efectos del alcohol y, a veces, sin él, amenazas de suicidio raramente consumadas, vida sexual impersonal, frívola y poco estable, e incapacidad para seguir cualquier plan de vida (Marietán, 2000).
Hasta 1968 la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) introdujo el concepto de personalidad antisocial para definir la psicopatía dentro de los trastornos de personalidad
A. Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los siguientes hechos:
B. El individuo tiene como mínimo 18 años.
C. Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15 años
D. El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia o de un trastorno bipolar.
Trastornos relacionados con el uso de sustancias: Si estos dos se relacionan, el diagnóstico de personalidad antisocial no se hace a no ser que, los síntomas de este, se hayan presentado durante la infancia y continuaron en la adultez. Cuando estos dos empezaron durante la infancia y continuaron en la adultez, se deben diagnosticar los dos aunque a veces algunas conductas se presenten debido al uso de sustancias.
Esquizofrenia y Trastorno Bipolar: Si el comportamiento antisocial solo ocurre durante el curso de la esquizofrenia o bipolaridad no se debe diagnosticar como trastorno de personalidad antisocial.
Otros trastornos de la personalidad: Otros trastornos de personalidad pueden ser confundidos con el trastorno límite, porque tienen ciertas características en común. Sin embargo, es importante diferenciar las características principales para este trastorno. Si un individuo tiene más de una característica para uno o más de los trastornos de personalidad, todos se pueden diagnosticar. Las personas con trastorno antisocial y narcisista, comparten la tendencia a tener una mente resistente, tener mucha labia, superficiales, explosivos, y falta de empatía. Aunque los criterios para la personalidad narcisista no incluyen, impulsividad, agresión o engaño. Sumamos que los individuos con personalidad antisocial no necesitan admiración o envidia de los demás y los individuos con personalidad narcisista usualmente falta la historia de haber presentado algún trastorno de la conducta. Los individuos con personalidad histriónica y antisocial, comparten la tendencia de ser impulsivos, superficiales, búsqueda de emociones, ser imprudentes, seductores y manipuladores, pero las personas con personalidad histriónica, tienden a ser exagerados con sus emociones.
Comportamiento criminal no asociado con un trastorno de personalidad: El trastorno de personalidad antisocial debe distinguirse del comportamiento criminal, ya que no se acompaña de las características de este trastorno. Solo cuando el trastorno de personalidad antisocial, es flexible, des adaptativo y persistente y causa deterioro, o un peligro, significativo puede constituir un trastorno de personalidad antisocial.
Este trastorno tiene una prevalencia de 12 meses y usando los criterios de los DSMs anteriores las tasas están dentro 0.2% y el 3.3% la prevalencia más alta de este trastorno más arriba de 70% está en los ejemplos de los hombres que usaron sustancias alcohol o abuso de sustancias en clínicas prisiones O en otros escenarios forenses la prevalencia es más alta en personas afectadas por la adversidad socioeconómica o sociocultural.
Factores biológicos: Se han hecho varios estudios sobre qué papel desempeñan los factores genéticos en el desarrollo de este trastorno. Tener un padre sociopático o alcohólico pueden predecir este trastorno en la vida adulta ya que la criminalidad los padres puede ser un factor de riesgo para la delincuencia de la descendencia cuando se combina con un bajo estatus social. Con respecto a los patrones de neurotransmisor algunas aproximaciones han encontrado que la dopamina y la tonina están relacionados con el comportamiento antisocial es decir niveles bajos de estos neurotransmisores se asocian con comportamientos agresivos violentos y de impulsividad.
El enojo es una reacción ante el estrés que implica tres componentes: el cognitivo, el fisiológico y el conductual. Los niños agresivos, además de manifestar deficiencias y distorsiones cognitivas, tienen estados de activación emocional y fisiológicos muy intensos así como deficiencias en sus habilidades sociales y de autocontrol.
Existen síntomas debido a deficiencias cognitivas que implican una actividad cognitiva insuficiente, mientras que otros se deben a distorsiones cognitivas que incluyen apreciaciones e interpretaciones erróneas de los hechos. En los niños agresivos se encuentran ambos tipos de disfunciones.
Distorsiones cognitivas:
Los niños agresivos perciben e interpretan los eventos del medio de manera diferente que los niños no agresivos y que atienden a un menor número de señales cuando interpretan el significado de la conducta de los otros. Los niños que son agresivos, atienden a señales inmediatas, por lo regular señales hostiles, por lo que no se toman el tiempo para planificar, o hacer inferencias más profundas sobre la conducta de los demás y que tienen la expectativa de que la intención de los demás es molestarlos. Estos niños tienden a percibir la agresión de los demás, pero también, subestiman su propia agresión.
Influencias familiares:
Si el poder y control son muy importantes para los padres o si utilizan la autoridad para aliviar sus propias necesidades se puede establecer una batalla entre niños y padres que predispone para este trastorno. Entonces lo que empieza para el niño como un esfuerzo para establecer la autodeterminación, se transforma en una defensa contra la dependencia de la madre y una herramienta de protección contra la intrusión en la autonomía del yo. Pero este comportamiento puede estar provocado por:
La tendencia a castigar, una deficiente comunicación entre padres e hijos y las relaciones agresivas con los hermanos, contribuyen a la participación de este trastorno, donde el niño va generando mayor número de conductas agresivas, como en forma indirecta en las aptitudes sociales y la popularidad del niño que se van a ver afectadas (APA, 2013).
Además de los criterios diagnóstico antes mencionados es necesario realizar una biografía del paciente, que debe incluir reseña de la relaciones, así como de estudio y trabajo. Hay algunos instrumentos que están disponibles para la evaluación de este trastorno que se pueden dividir en informes y entrevistas clínicas estructuradas
También está el criterio de evaluación de Cleckley para medir psicopatía. Se pueden utilizar entrevistas estructuradas evaluando trastornos de la personalidad
Al tratamiento normalmente los sujetos que presentan este trastorno, no suelen pedir un tratamiento y a veces el mismo, suele ser ineficaz esto se debe a que como ya habíamos visto, estos sujetos no presentan empatía, no son capaces de establecer relaciones además que tampoco les gusta o desprecian las normas sociales, sin embargo si se han llevado acabo tratamientos para sujetos que estan en cárceles, los cuales si cumplen los criterios para este trastorno y se dijo que en estos casos había tres principios:
1.- Los programas son más eficaces con sujetos que se encuentran en el rango moderado de trastorno
2.- Las intervenciones se explican, cuando se abordan aspectos que conduce a la conducta delictiva como los valores y actitudes antisociales, relaciones con otros delincuentes, dependencia de las drogas y déficit educativos laborales el tratamiento debería enseñar y fortalecer las habilidades interpersonales y modelar las actitudes pro sociales.
Para los que están recluidos en algún tipo de institución, generalmente puede controlarse en gran medida y este puede ser utilizado como técnica terapéutica.
Algunos otros tipos de intervenciones puede ser:
Hay que establecer objetivos:
Objetivos específicos al delito: estos para superar la negación y la minimización, para, así poder mejorar la empatía con la víctima y empezar a cambiar las creencias y actitudes distorsionadas, modificar las fantasías inapropiadas hasta desarrollar un plan de prevención de recaídas.
Objetivos relacionados con el delito: que se refiere a temas que son considerados precursores o que influyen en el delito, es decir, las habilidades deficientes de relación o que tienen una pobre solución de problemas, consumo de sustancias psicoactivas, escaso de control de la ira y habilidades para la vida inadecuadas.
También algunos autores propusieron que durante el tratamiento se plantee la modificación de dos comportamientos básicos: la ira y la falta de control de impulsos.
En el caso de la ira hay que hacer un buen manejo de esta, como procedimiento de intervención es decir, que se especifiquen todos los estímulos que provocan ira y se coloquen en una jerarquía según el grado provocado después utiliza una respuesta competitiva como la relajación profunda y una distracción cognitiva en el segundo caso se emplea en entrenamiento en el control de impulsos de forma similar al interior y así, utilizando respuestas competitivas de las ganas de actuar impulsivamente.
También se puede dar tratamiento farmacológico ya que algunos síntomas, como la impulsividad o irritabilidad pueden responder al mismo que no existe ningún tratamiento de este tipo para los síntomas centrales del trastorno como es el comportamiento delictivo falta de remordimientos el engaño con la constante y responsabilidad.
Plantea que las causas de la conducta están en la herencia, en la genética, en daños congénitos ocurridos durante el embarazo o en el parto, en exposición a ambientes de contaminación ambiental, por defectos, mutaciones, anormalidades físicas, accidentes, traumas fisiológicos o daño cerebral (Rosado, 2010).
Para entender la conducta criminal desde una perspectiva orgánica debe hacerse una evaluación clínica médica que pueda confirmar o descartar la presencia de alguna de estas condiciones, antes de partir a diagnosticarla como conducta de causas psicológicas. Si se confirma la causa orgánica, la persona se considera enferma y no debería ser tratada como un delincuente común ya que la raíz de su conducta está determinada por impulsos y condiciones deterministas que nada tendría que ver con sus capacidades mentales, su raciocinio, o libre voluntad (Rosado, 2010).
El comportamiento humano es muy complejo, no sólo es una máquina de reflejos y hábitos, ni su conducta puede explicarse sin más como una concatenación de estímulos y respuestas. Por lo que podemos explicar que los sujetos obedecen la ley sólo para evitar el castigo o que piensan exclusivamente en sus propios intereses, son más proclives al delito que aquellas personas que ven en la ley un instrumento positivo para la sociedad y simpatizan con los derechos de los demás.
La mejor terapia preventiva contra el delito es inmunizar al sujeto con un elevado razonamiento moral (Otín, 2013).
Plantea que las personas son particularmente vulnerables en la primera infancia a traumas, complejos, conflictos no resueltos que quedan archivados en el inconsciente. Personas que sufren maltrato infantil, crianzas rígidas o extremadamente laxas sin estructura ni reglas parentales, relaciones inadecuadas con los adultos, dificultades en la identificación sexual correcta, tienden a desarrollar respuestas emocionales disfuncionales mientras crecen. De no ser atendidas correctamente estas experiencias negativas, permiten el desarrollo de reacciones neuróticas, psicóticas en algunos extremos, que habrán de manifestarse en la vida a partir de la adolescencia (Rosado, 2010).
Para muchos freudianos la conducta antisocial es la base de la conducta criminal, y para que esto ocurra la persona debe haber desarrollado una personalidad antisocial. Está a su vez es el resultado de los traumas inconscientes que dominan la conducta adulta aunque la persona desconozca- o no reconozca- las causas en su pasado. La persona que comete delitos es una persona con un problema médico-psicológico. Se considera enferma emocionalmente. Este modelo es el que sirve de base para las defensas legales por locura, ya que no contempla que la persona sea responsable de sus actos, y de serlo, no concibe que la persona, por su enfermedad, tenga capacidad de reconocer las implicaciones de la misma (Rosado, 2010).
Freud intentará explicar el crimen situado en su epicentro al neurótico, que emplea la agresión y el otro como medio para expresar una angustia traumática inconsciente dominada por un super-yo irreductible.
La teoría psicoanalítica de la delincuencia resalta asimismo la relación paterno-filial como origen de los conflictos que llevan al crimen, a causa de las disfunciones que una mala socialización provocan entre los diferentes sistemas psicológicos, dando lugar así a distintos tipos de delincuentes, como son:
Plantea que en principio todo en el ser humano, menos los reflejos, es producto del aprendizaje, un proceso acumulativo de cambios que ocurren en el organismo de acuerdo a la experiencia, conductas que buscan un objetivo adaptativo dependiente y relativo a los estímulos que se reciben del ambiente social externo en el cual está insertada la persona. La personalidad y la conducta es el conjunto de reacciones aprendidas por premiación de acuerdo a las contingencias externas.
Por tanto, en este modelo, la conducta criminal es adquirida mediante aprendizaje si resultara útil, adaptativo e instrumental hacia metas (que también son aprendidas). Esta concepción es mecánica y plantea que el ser humano, cuando comente delitos, lo hace como reflejo de lo que ha aprendido en su ambiente social. En el sistema penal, la persona es responsable de su conducta aprendida y debe ser sometida a los procesos correspondientes de justicia (Rosado, 2010).
Hans Eysenck habla sobre una teoría de la personalidad delincuente, fundamentada en el hecho de que las personas pueden ser condicionadas en diferentes grados. Decía que las personas con peor condicionalidad aprenden lentamente a inhibir su comportamiento antisocial, por lo que hay mayor posibilidad que comentan algún delito (Otín, 2013).
Consideraba tres dimensiones psicológicas en la personalidad que influían. Baja activación cortical manifestada a través de la extraversión (impulsividad, actividad, y amor por el riesgo), el neuroticismo (inquietud y desajuste emocional), y el psicoticismo (acciones crueles, insensibilidad social, falta de emociones auténticas). Decía que la mejor manera de intervenir a estas personas para prevenir su conducta antisocial o agresiva en general era actuar sobre el medio ambiente, con procesos intensivos de tratamiento (Otín, 2013).
En este modelo se combinan dos modelos (cognoscitivo y conductual) planteando que el ser humano adquiere la conducta mediante un proceso de exposición, moldeamiento e internalización de valores, actitudes, conductas y normas (socialización primaria y secundaria). Se plantea que puede ocurrir por imitación (Bandura) en donde hay presentes tres factores:
1 Teoría del equilibrio de Frtiz Heider.
2 Teoría del equilibrio cognitivo-afectivo de Rosemberg y Abelson.
3 Teoría de la disonancia cognoscitiva de Leon Festinger.
Su premisa es que la adquisición de pautas y modelos criminales se lleva a cabo a través de un proceso de aprendizaje evolutivo que descansa en la observación y la imitación del comportamiento criminal de otros (aprendizaje vicario, observacional o proceso de modelado) (Otín, 2013, p. 41).
Este modelo es frecuentemente utilizado para explicar el crimen violento, que sería aprendido por el individuo y representa una respuesta normal a sus situaciones y experiencias vitales. Se aprende a ser violento durante la interacción con los demás a lo largo de la vida, cobrando decisiva importancia el impacto de ciertos ejemplos observados durante la niñez de personas especialmente significativas (Otín, 2013, p. 41).
Referencias:
Asociación Psiquiátrica Americana (2013). "Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales" (5a Edición). Arlington, Editorial: American Psychiatric Publishing.
Caballo, V. (2004). "Manual de trastornos de la personalidad: Descripción, Evaluación y Tratamiento". Editorial: Sintesis
López, S. (2013). "Revisión de la Psicopatía: Pasado, Presente y Futuro". Revista Puertorriqueña de Psicología, vol. 24, núm. 2, 2013, pp. 1-16
Compralos aquí:
Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y tratamiento (Psicología. Manuales prácticos)
DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales