15 Nov
15Nov

Por Pilar García

Lo hermoso del miedo es que cuando corres hacia él, se escapa - Robin Sharma -

     ¿Cuál es tu mayor miedo?

     Una pregunta simple y a la vez tan compleja de responder. La gente suele decir de forma coloquial que se puede conocer mucho de una persona si se sabe cuál es su mayor temor... yo agregaría que podríamos conocer incluso más si supiéramos cómo reacciona ante el miedo.

     Pero, ¿qué es exactamente el miedo?

     El miedo es una de las emociones básicas del ser humano, es necesaria y resulta adaptativa la mayor parte del tiempo. Suele ser activada ante la presencia de una amenaza, ya sea una percepción real o imaginaria de daño, y sirve de auxiliar para salvaguardar nuestro bienestar físico y psicológico.

     En otras palabras: el miedo es una emoción que nos proporciona la activación necesaria para enfrentar o huir de una situación que consideramos "peligrosa".

     Imagina este escenario, te encuentras sólo caminando por la calle cuando de repente escuchas pasos detrás de ti, volteas y ves la figura de un hombre desconocido acercándose rápidamente hacia donde estás. Comienzas a sentir el miedo en la piel; tus manos sudan, estás temblando y tu respiración se hace cada vez más irregular. Sabes que tienes dos opciones: correr y alejarte lo más rápido que  puedas de ahí o enfrentar al extraño. Esta es la misma disyuntiva a la que te enfrentas cada vez que experimentas miedo: atacar o huir.

     Ignorar el problema podría parecer la opción más sencilla al inicio, de esa forma estarías menos angustiado, sin embargo a largo plazo podrías experimentar más sufrimiento por no haberte ocupado antes de la situación y prevenir que se hiciera aún más grave. También podrías no perder de vista aquello que te ocasiona tanta ansiedad, pero esto te predispondría a estar en un estado permanente de alerta, la cual terminaría con dejarte exhausto. 

¿Qué te puedo decir?, irónicamente el miedo es una emoción paradójica.

Mirar los síntomas que ocasiona el miedo despierta, ignorarlos te pone a su merced.

Para sentirte seguro tendrías que ocuparte en resolver la situación que te aqueja, pero de esa forma no estarías tranquilo. Si no te preocupas por resolver la situación, estarías tranquilo pero no seguro.

     ¿Qué dolor de cabeza, verdad?

     No te preocupes querido lector, esto no tiene porque ser caso perdido, existen distintas formas en que puedes enfrentar el miedo sin perderte en el intento... empezando por saber la siguiente información:

El 40% de las cosas por las que nos preocupamos, no pasarán. De ese porcentaje, 30% son situaciones pasadas y ya no tienes control sobre ellas; 12% son problemas de personas cercanas a ti, 10% están relacionadas con enfermedades, reales o imaginarias... y sólo el 8% podrían llegar a ocurrir.

    Aprender a diferenciar aquellas situaciones que se encuentran bajo tu control y que por lo tanto puedes modificar, de aquellas que se relacionan con eventos externos, te va a liberar de una gran cantidad de estrés innecesario.

     Piensa que la ansiedad que experimentas al estar frente a una situación que te da miedo, es simplemente un sistema de alarma que busca ser de utilidad para ti. Al igual que cualquier alarma, su sonido estrepitante puede ocasionarnos más conmoción y parálisis que la situación por si sola, pero se trata sólo de una gran cantidad de energía a tu disposición para enfrentar aquello que te aterra de la manera que mejor te parezca.

     Para cerrar este artículo me gustaría citar al gran líder político y filántropo Nelson Mandela: "Que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos". Estoy segura que cada uno de ustedes logrará poner esta frase en práctica.


     

      

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO