01 Dec
01Dec

Por Pilar García

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas" - Sigmund Freud -

     Existe un dicho muy popular que recita lo siguiente: "Del dicho al hecho hay mucho trecho". Lo que busca comunicar es que en ocasiones, es más sencillo proponer un cambio que realizarlo, pues bien, ¿qué tal si estas dos acciones no fueran en realidad fuerzas separadas?, ¿qué tal si nuestra vida tomara el curso que nuestras palabras y pensamientos dictaminan?

     El lenguaje es una de las herramientas más poderosas con la que contamos los seres vivos; este sistema de comunicación no sólo nos auxilia para llegar a acuerdos y compartir nuestro punto de vista con los demás, sino que también moldea nuestro mundo interno, creando complejos sistemas de creencias que guían nuestro actuar e influyen en la forma en que miramos el mundo y el lugar que ocupamos en él.

     Sin duda alguna, el lenguaje que utilizamos nos lleva a ver la realidad de formas distintas y esto a su vez se refleja en nuestro actuar. 

     Recuerda la última vez que discutiste con algún ser amado, ¿por qué fue?, ¿cómo reaccionaste?, ¿recuerdas palabra a palabra lo que se dijo en ese encuentro? Es posible que no hayas memorizado la conversación en su totalidad, pero estoy casi segura que sí puedes recordar el tono de voz que utilizó la otra persona y que tal vez te hizo enojar aún más que el contenido del mensaje que te estaba compartiendo. Todo esto es porque aproximadamente el 85% de la comunicación entre dos personas se da de forma no verbal. Como ves, nuestras palabras y cómo las expresamos, tienen el poder de crear y destruir.

     El autor, investigador y fotógrafo Musaru Emoto, dedicó gran parte de su vida a explorar el efecto que tenían las palabras sobre la estructura molecular del agua. Él defendía que la energía emocional afectaba el agua de forma directa, y sus experimentos estaban orientados a identificar las diferencias que existían en dos cuerpos de agua congelados cuando se les presentaban imágenes, palabras y música positiva y negativa respectivamente. Sus hallazgos arrojaron que los copos de nieve en el agua de "buenos pensamientos" eran regulares y visualmente hermosos, mientras que los copos de nieve encontrados en el agua de "malos pensamientos" carecían de forma definida.

     Si bien es cierto que estos experimentos no gozan de validez científica al no tener un control tan marcado, nos ayudan a ejemplificar lo siguiente: "las palabras y lo que significan, gozan de poder". Son energía, y como tal, tienen la capacidad de transformar hasta el más mínimo detalle de nuestra realidad y de la de los demás.

     Las palabras pueden tener la sutileza de una pluma que se mece con el viento o la fuerza del contacto de una roca en nuestra piel. Pueden dejar heridas profundas en el alma, o servir de bálsamo para el dolor más grande que podamos imaginar. Las palabras son poderosas y tienen el poder de permanecer en nuestra mente y corazón por largo tiempo.

     Hay que hacernos conscientes de la gran responsabilidad que guardan cada una de nuestras opiniones, argumentos e ideas; ya que al decir o no decir algo podemos estar cambiando nuestro mundo entero.

     Me gustaría cerrar este artículo con la siguiente frase, escrita para la película Inception, estrenada en el año 2010 bajo la dirección del director Cristopher Nolan:

"¿Cuál es el parásito más resiliente?, ¿una bacteria?, ¿un virus?, ¿una lombriz intestinal? Una idea. Resiliente. Altamente contagiosa. Una vez que esa idea haya tomado control de la mente, es casi imposible erradicarla. Una idea enteramente formada y entendida, tiene la capacidad de adherirse por completo. Puede construir ciudades, transformar el mundo y reescribir todas las reglas". - Cobb/Leonardo DiCaprio, Inception (2010), Cristopher Nolan -


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